lunes, 25 de junio de 2007

Julio Herrera y Reissig - Montevideo 1875-1910


Nació en Montevideo el 9 de enero de 1875, Murió en la misma capital el 18 de marzo de 1909. Hijo del Dr. Manuel Herrera y Obes y sobrino del ministro y más tarde presidente de la República Dr. Julio Herrera y Obes, fue miembro de una familia patricia uruguaya, de situación económica desahogada y conexiones importantes en el ámbito social y cultural.

La única condicionante material de Julio Herrera y Reissig fue su precaria salud. En 1892, a los diecisiete años de edad, debe abandonar los estudios formales a causa de una enfermedad cardíaca congénita, agravada al contagiarse de fiebre tifoidea. Esta circunstancia le impide además cualquier tipo de viajes, salvo una breve estada en Buenos Aires y cortas visitas a ciudades del interior uruguayo.

La experiencia mundana es sustituida por su condición de ávido lector y, a partir de 1900, conduce reuniones literarias desde el ático de la mansión familiar en Montevideo, conocida como La Torre de los Panoramas a causa de las importantes vistas que desde allí se tenían al Río de la Plata.

Allí empieza la evolución desde el romanticismo hacia la vanguardia modernista y surrealista que lo convertiría póstumamente en una referencia obligada de la poesía latinoamericana de la época, junto a Leopoldo Lugones, Ricardo Jaimes Freyre y Salvador Díaz Mirón.

Muere en Montevideo a la temprana edad de 35 años, mientras que la publicación de sus obras y el consecuente reconocimiento literario se producirá años después. El escritor y crítico literario uruguayo Ángel Rama (1926-1983) expresó lo siguiente: "En poco menos de diez años y aun moviéndose en el más estrepitoso y superficial bazar art nouveau, creó una lírica de sutil sensibilidad moderna, de impecable precisión lingüística."

Herrera y Reissig escribió ficción, ensayos políticos y muchas otras obras, pero es fundamentalmente conocido y reconocido por su producción poética.

Canto a Lamartine (1898)
Epílogo wagneriano a "La política de fusión" con surtidos de psicología sobre el Imperio de Zapicán (1902)
Las pascuas del tiempo (1902)
Los maitines de la noche (1902)
La vida (1903)
Los parques abandonados (1902-1908)
Los éxtasis de la montaña (1904-1907)
Sonetos vascos (1908)
Las clepsidras (1909)
La torre de las esfinges (1909)
Los peregrinos de piedra (1909)
Tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de Herbert Spencer
(escrito entre 1900 y 1902, editado por primera vez en 2006 por Aldo Mazzucchelli.)

sábado, 2 de junio de 2007

José Agustín Goytisolo (España, 1928-1999)

“Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable”


Poeta nacido en Barcelona el 13 de abril de 1928, de familia burguesa y castellano-hablante, que se vio brutalmente sacudida por la muerte de la madre -Julia Gay- víctima de un bombardeo franquista sobre la ciudad en 1938. El hecho dramático afectó a todos los hijos, pero especialmente a José Agustín, que puso a su hija el nombre de la madre perdida, y que en uno de sus más célebres poemas (musicado y cantado por Paco Ibáñez), Palabras para Julia, une voluntariamente, en amor y deseo, a las dos mujeres. En 1993, en el tomo Elegías a Julia Gay reunió todos los poemas de tema materno, principal en su primer libro, El retorno (1955) y en otro, muy posterior, en que pretendía cerrar esa vieja y fecunda herida, Final de un adiós (1984). Empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Barcelona, y culmina los estudios en la de Madrid, viviendo en el Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, donde conoció a otros poetas de la generación que vivían entonces en Madrid, como José Ángel Valente o José Manuel Caballero Bonald. Una generación de grandes poetas y novelistas (García Hortelano, Martín Gaite, Martín Santos) comprometidos contra la dictadura, comunistas o compañeros de viaje algunos años del clandestino Partido, pero también terriblemente comprometidos con la vida: noctámbulos, bebedores, bohemios, liberales todos ellos; sexo, alcohol y vida. Pocos poetas tan ajenos al academicismo. Tras el éxito de su primer libro, José Agustín se convierte en el poeta más famoso del grupo, primacía que mantendrá hasta los años 60. Ganó el Premio Adonais en 1954, el Boscán -entonces muy renombrado- en 1956 con Salmos al viento (uno de sus libros más significativos), y en 1959 el Ausias March, con Claridad. Aunque en 1961 José Agustín es el primero en reunir su obra publicada en el tomo Años decisivos, será también el primero en entrar en una cierta crisis creativa -de la que saldrá con Algo sucede, en 1968- relacionada con la validez de la poesía social como arma política, y aún con el tema -tan generacional- de poesía como conocimiento frente a poesía como comunicación. Todavía le quedan a Goytisolo grandes libros por delante. Así Bajo tolerancia (1973), Taller de Arquitectura (1977), Del tiempo y del olvido (1980) o Como los trenes de la noche (1994). Pero es verdad que otros poetas de su generación (Gil de Biedma, Valente, Brines, Claudio Rodríguez, Ángel González) empiezan a preponderar y él resulta menos preeminente. Su último libro de versos, Cuadernos de El Escorial, salió a fines de 1995. Tuvo una importantísima tarea como traductor de poesía. Poetas italianos, como Pavese. Pero sobre todo poetas catalanes. Sus antologías de poesía catalana contemporánea fueron pioneras para que los castellano-hablantes la conocieran (y muy bien traducida) la poesía moderna de Catalunya. Los catalanes, de una y otra lengua, no le deben poco. Desde la inaugural Poetas catalanes contemporáneos de 1968 a Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI de 1996. Bebedor, fumador, vitalista, hombre de la vida como libertad y como exceso, tuvo al final de su vida innumerables depresiones. José Agustín Goytisolo se suicidó el 19 de marzo de 1999 arrojándose al vacío desde el balcón de su casa. © Luis Antonio de Villena

Su cuerpo cayó sobre el asfalto de la calle Marià Cubí. Un repartidor de pizzas que pasaba por allí fue el único testigo del suceso. Dijeron que un niño, su nieto, lloraba. Ese crío, de 12 años, era una de las debilidades del escritor. Es su único, nieto, el hijo de Julia, la del poema, que Paco Ibáñez inmortalizó en numerosos recitales. Tenía 70 años y se confesaba cansado. El 13 de abril, en su último cumpleaños, le había dicho a sus amigos: "Si tuviera que volver a vivir todo lo que he vivido, preferiría no volver a vivirlo".

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