Caminos de Luz

viernes, 6 de julio de 2007

Erich Fried (1921 - 1988)


Nacido en Viena en 1928, Erich Fried tuvo

que exiliarse a Londres en 1938 por causa

de la dominación nazi.

En la capital británica, en donde residiría

hasta su muerte en 1988, desarrolló una

labor poética prolija, por la que recibiría numerosos premios, compaginada con una tarea de traducción de las obras teatrales de Shakespeare.

Fried es autor de una obra poética extensa en la que convive el compromiso estético-político de los años sesenta y un sentimiento tan universal como el amor (con numerosas antologías de su lírica amorosa).

martes, 3 de julio de 2007

Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, 1951)


Aunque la obra de Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, 1951) se enmarca dentro de la llamada “Generación del 27”, y se conoce sobre todo por su poesía, lo cierto es que la trayectoria de este madrileño, viajero entusiasta, profesor convencido, responde a unas inquietudes que van mucho más allá de los postulados críticos en los que se ha definido a esta generación y a la poesía de sus componentes. Además de poeta, Salinas fue también un gran ensayista, un medio acomplejado pero sorprendente autor teatral (sus obras tuvieron, en general, poca difusión y pocas oportunidades de ser representadas), y sus cartas, publicadas prácticamente en su totalidad (cartas de viajes, de amor, de literatura, de amistad...), nos descubren un universo lleno de sensibilidad e inteligencia lúcida.

Salinas obtuvo muy joven su plaza de catedrático de literatura española –labor que ejerció en varias universidades en España y posteriormente en Estados Unidos-, después de residir algunos años en Francia y tomar contacto con las vanguardias y la herencia del Simbolismo en este país. Tras volver a España, publicó en 1923 Presagios, su primer libro de poesía, seguido de Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931). Fueron tiempos felices: la Generación del 27, conocida sobre todo por la profunda amistad que unía a sus componentes y la voluntad que compartían de llevar a la poesía española a lo más alto, dominaba el panorama intelectual de la época y contaba con el apoyo del Gobierno de la República. Durante estos años, los poemas de Salinas son divertidos, tiernos, audaces...el influjo del futurismo y, en general, las vanguardias, se nota cuando canta a la bombilla, a la máquina de escribir, a su coche...

En 1936, la Guerra Civil conduce al exilio a la mayor parte de la Generación del 27. Algunos, como Cernuda, sufren el destierro de un modo muy hondo, muy atormentado. Pero Salinas, a quien la guerra sorprendió en Estados Unidos, nunca se dejó atormentar por la situación de su país, al que sabía que probablemente no volvería nunca. Su poesía sigue siendo limpia, clara, alta, impregnada de una fuerza que no cede al abandono y el fracaso. Permanece la búsqueda del ideal, que siempre llenó sus poemas, aun el los peores momentos. En este sentido, la influencia que ejerció sobre su poesía al Simbolismo francés carece del aspecto más decadentista y morboso que tan importante se hizo a finales del siglo XIX. Salinas nunca deja de luchar , aunque descubra que el amor como fusión entre dos seres y vía de conocimiento es imposible, aunque se sienta solo y sepa que la ilusión anda perdida hace tiempo. Su trilogía amorosa (La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento) muestra este proceso de aprendizaje que constituye quizá la cumbre de la poesía amorosa española del siglo XX.

Hacia el final de su vida, Salinas descubrió Puerto Rico, y quedó hechizado por la isla, hasta el punto de querer ser enterrado allí (y así fue: sus restos permanecen en San Juan de Puerto Rico). También allí, frente al mar, escribió su libro más hondo, El contemplado (1946), en su madurez vital y literaria.

La obra de Salinas es, por su profundidad, terriblemente universal, porque lleva en sí misma lo mejor de la tradición lírica, lo que la poesía siempre comparte, el sentimiento de alcanzar algo más allá, de saber que estamos aquí por algo y que debemos aprovechar lo que la vida nos ofrece sin dejar nunca de buscar, porque es eso precisamente lo que nos da la vida.

lunes, 25 de junio de 2007

Julio Herrera y Reissig - Montevideo 1875-1910


Nació en Montevideo el 9 de enero de 1875, Murió en la misma capital el 18 de marzo de 1909. Hijo del Dr. Manuel Herrera y Obes y sobrino del ministro y más tarde presidente de la República Dr. Julio Herrera y Obes, fue miembro de una familia patricia uruguaya, de situación económica desahogada y conexiones importantes en el ámbito social y cultural.

La única condicionante material de Julio Herrera y Reissig fue su precaria salud. En 1892, a los diecisiete años de edad, debe abandonar los estudios formales a causa de una enfermedad cardíaca congénita, agravada al contagiarse de fiebre tifoidea. Esta circunstancia le impide además cualquier tipo de viajes, salvo una breve estada en Buenos Aires y cortas visitas a ciudades del interior uruguayo.

La experiencia mundana es sustituida por su condición de ávido lector y, a partir de 1900, conduce reuniones literarias desde el ático de la mansión familiar en Montevideo, conocida como La Torre de los Panoramas a causa de las importantes vistas que desde allí se tenían al Río de la Plata.

Allí empieza la evolución desde el romanticismo hacia la vanguardia modernista y surrealista que lo convertiría póstumamente en una referencia obligada de la poesía latinoamericana de la época, junto a Leopoldo Lugones, Ricardo Jaimes Freyre y Salvador Díaz Mirón.

Muere en Montevideo a la temprana edad de 35 años, mientras que la publicación de sus obras y el consecuente reconocimiento literario se producirá años después. El escritor y crítico literario uruguayo Ángel Rama (1926-1983) expresó lo siguiente: "En poco menos de diez años y aun moviéndose en el más estrepitoso y superficial bazar art nouveau, creó una lírica de sutil sensibilidad moderna, de impecable precisión lingüística."

Herrera y Reissig escribió ficción, ensayos políticos y muchas otras obras, pero es fundamentalmente conocido y reconocido por su producción poética.

Canto a Lamartine (1898)
Epílogo wagneriano a "La política de fusión" con surtidos de psicología sobre el Imperio de Zapicán (1902)
Las pascuas del tiempo (1902)
Los maitines de la noche (1902)
La vida (1903)
Los parques abandonados (1902-1908)
Los éxtasis de la montaña (1904-1907)
Sonetos vascos (1908)
Las clepsidras (1909)
La torre de las esfinges (1909)
Los peregrinos de piedra (1909)
Tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de Herbert Spencer
(escrito entre 1900 y 1902, editado por primera vez en 2006 por Aldo Mazzucchelli.)

sábado, 2 de junio de 2007

José Agustín Goytisolo (España, 1928-1999)

“Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable”


Poeta nacido en Barcelona el 13 de abril de 1928, de familia burguesa y castellano-hablante, que se vio brutalmente sacudida por la muerte de la madre -Julia Gay- víctima de un bombardeo franquista sobre la ciudad en 1938. El hecho dramático afectó a todos los hijos, pero especialmente a José Agustín, que puso a su hija el nombre de la madre perdida, y que en uno de sus más célebres poemas (musicado y cantado por Paco Ibáñez), Palabras para Julia, une voluntariamente, en amor y deseo, a las dos mujeres. En 1993, en el tomo Elegías a Julia Gay reunió todos los poemas de tema materno, principal en su primer libro, El retorno (1955) y en otro, muy posterior, en que pretendía cerrar esa vieja y fecunda herida, Final de un adiós (1984). Empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Barcelona, y culmina los estudios en la de Madrid, viviendo en el Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, donde conoció a otros poetas de la generación que vivían entonces en Madrid, como José Ángel Valente o José Manuel Caballero Bonald. Una generación de grandes poetas y novelistas (García Hortelano, Martín Gaite, Martín Santos) comprometidos contra la dictadura, comunistas o compañeros de viaje algunos años del clandestino Partido, pero también terriblemente comprometidos con la vida: noctámbulos, bebedores, bohemios, liberales todos ellos; sexo, alcohol y vida. Pocos poetas tan ajenos al academicismo. Tras el éxito de su primer libro, José Agustín se convierte en el poeta más famoso del grupo, primacía que mantendrá hasta los años 60. Ganó el Premio Adonais en 1954, el Boscán -entonces muy renombrado- en 1956 con Salmos al viento (uno de sus libros más significativos), y en 1959 el Ausias March, con Claridad. Aunque en 1961 José Agustín es el primero en reunir su obra publicada en el tomo Años decisivos, será también el primero en entrar en una cierta crisis creativa -de la que saldrá con Algo sucede, en 1968- relacionada con la validez de la poesía social como arma política, y aún con el tema -tan generacional- de poesía como conocimiento frente a poesía como comunicación. Todavía le quedan a Goytisolo grandes libros por delante. Así Bajo tolerancia (1973), Taller de Arquitectura (1977), Del tiempo y del olvido (1980) o Como los trenes de la noche (1994). Pero es verdad que otros poetas de su generación (Gil de Biedma, Valente, Brines, Claudio Rodríguez, Ángel González) empiezan a preponderar y él resulta menos preeminente. Su último libro de versos, Cuadernos de El Escorial, salió a fines de 1995. Tuvo una importantísima tarea como traductor de poesía. Poetas italianos, como Pavese. Pero sobre todo poetas catalanes. Sus antologías de poesía catalana contemporánea fueron pioneras para que los castellano-hablantes la conocieran (y muy bien traducida) la poesía moderna de Catalunya. Los catalanes, de una y otra lengua, no le deben poco. Desde la inaugural Poetas catalanes contemporáneos de 1968 a Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI de 1996. Bebedor, fumador, vitalista, hombre de la vida como libertad y como exceso, tuvo al final de su vida innumerables depresiones. José Agustín Goytisolo se suicidó el 19 de marzo de 1999 arrojándose al vacío desde el balcón de su casa. © Luis Antonio de Villena

Su cuerpo cayó sobre el asfalto de la calle Marià Cubí. Un repartidor de pizzas que pasaba por allí fue el único testigo del suceso. Dijeron que un niño, su nieto, lloraba. Ese crío, de 12 años, era una de las debilidades del escritor. Es su único, nieto, el hijo de Julia, la del poema, que Paco Ibáñez inmortalizó en numerosos recitales. Tenía 70 años y se confesaba cansado. El 13 de abril, en su último cumpleaños, le había dicho a sus amigos: "Si tuviera que volver a vivir todo lo que he vivido, preferiría no volver a vivirlo".

jueves, 31 de mayo de 2007

Bertolt Brecht Sobre La Verdad, (Alemania), 1934

Las cinco dificultades para decir la verdad


El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad tendrá que vencer por lo menos cinco dificultades. Tendrá que tener el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como un arma; el discernimiento indispensable para difundirla.

Tales dificultades son enormes para los que escriben bajo el fascismo, pero también para los exiliados y los expulsados, y para los que viven en las democracias burguesas.

I. El valor de escribir la verdad

Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor.

Cuando impera la represión más feroz gusta hablar de cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita valor para hablar de las cosas pequeñas y vulgares, como la alimentación y la vivienda de los obreros. Por doquier aparece la consigna: «No hay pasión más noble que el amor al sacrificio».

En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay que hablar de máquinas y de abonos que facilitarían el trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para plantearse el interrogante: ¿Mejor para quién? Cuando se habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor está en decir: ¿Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no crean taras?

También se necesita valor para decir la verdad sobre sí mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos pierden la facultad de reconocer sus errores, la persecución les parece la injusticia suprema; los verdugos persiguen, luego son malos; las víctimas se consideran perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido vencida. Por consiguiente, era una bondad débil e impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad. Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran buenos sino porque eran débiles requiere cierto valor.

Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El mentiroso se reconoce por su afición a las generalidades, como el hombre verídico por su vocación a las cosas prácticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo del espíritu en países donde éste es todavía concebible. Muchos se creen apuntados por cañones cuando solamente gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan reclamaciones generales en un mundo de amigos inofensivos y reclaman una justicia general por la que no han combatido nunca. También reclaman una libertad general: la de seguir percibiendo su parte habitual del botín. En síntesis sólo admiten una verdad: la que les suena bien.

Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrán qué hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz sólo tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen la verdad.


II. La inteligencia necesaria para descubrir la verdad

Tampoco es fácil descubrir la verdad. Por lo menos la que es fecunda. Así, según opinión general, los grandes Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede degenerar en cualquier momento en un conflicto generalizado que convertiría nuestro continente en un montón de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas escriben verdades de este género. Son como el pintor que cubría de frescos las paredes de un barco que se estaba hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les procura una cierta dificultad de conciencia. Es cierto que no se dejan engañar por los poderosos, pero ¿escuchan los gritos de los torturados? No; pintan imágenes. Esta actitud absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscarían las causas. No creáis que sea cosa fácil distinguir sus verdades de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio parecen importantes, pues la operación artística consiste precisamente en dar importancia a algo. Pero mirad la cosa de cerca: os daréis cuenta que no dejan de decir: no se puede impedir que llueva hacia abajo.

También están los que por falta de conocimientos no llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero viven de antiguas supersticiones, de axiomas célebres a veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar las relaciones que existen entre ellos.

Me permito decir a todos los escritores de esta época confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el materialismo dialéctico, la economía y la historia. Tales conocimientos se adquieren en los libros y en la práctica si no falta la necesaria aplicación. Es muy sencillo descubrir fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras. El que busca necesita un método, pero se puede encontrar sin método, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo, ciertos procedimientos pueden dificultar la explicación de la verdad: los que la lean serán incapaces de transformar esa verdad en acción. Los escritores que se contentan con acumular pequeños hechos no sirven para hacer manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad no tiene otra ambición. Por consiguiente esos escritores no están a la altura de su misión.

III. El arte de hacer la verdad manejable como arma

La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias sobre la conducta de los que la reciben.

Hay verdades sin consecuencias prácticas. Por ejemplo, esa opinión tan extendida sobre la barbarie: el fascismo sería debido a una oleada de barbarie que se ha abatido sobre varios países, como una plaga natural. Así, al lado y por encima del capitalismo y del socialismo habría nacido una tercera fuerza: el fascismo. Para mi, el fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa.

Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.

Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.

Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países.

Ciertos países logran todavía conservar sus formas de propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada.

Ciertos países no tienen necesidad, para mantener sus monopolios bárbaros, de destruir la legalidad instituida, ni su confort cultural (filosofía, arte, literatura); de ahí que acepten perfectamente oir a los exiliados alemanes estigmatizar su propio régimen por haber destruido esas comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario en favor de la guerra.

¿Puede decirse que respetan la verdad los que gritan: «Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera patria del «mal», la oficina del infierno, el trono del anticristo»? No. Los que así gritan son tontos, impotentes gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destrucción de un país, de un país entero con todos sus habitantes, pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes.

Los que ignoran la verdad se expresan de un modo superficial, general e impreciso. Peroran sobre el «alemán», estigmatizan el «mal», y sus auditorios se interrogan: ¿Debemos dejar de ser alemanes? ¿Bastará con que seamos buenos para que el infierno desaparezca? Cuando manejan sus tópicos sobre la barbarie salida de la barbarie resultan impotentes para suscitar la acción. En realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la barbarie se contentan con predicar la mejora de las costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la cadena de las causas y a considerar como potencias irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las catástrofes. Un poco de luz y los verdaderos responsables de las catástrofes aparecen claramente: los hombres. Vivimos una época en que el destino del hombre es el hombre.

El fascismo no es una plaga que tendría su origen en la «naturaleza» del hombre. Por lo demás, es un modo de presentar las catástrofes naturales que restituyen al hombre su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.

El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes desgracias, pero no calamidades «naturales» debe hablar un lenguaje práctico: mostrar que esas desgracias son un efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de producción contra masas obreras. Para presentar verídicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia tiene un remedio, es posible combatirla.

IV. Cómo saber a quién confiar la verdad

Un hábito secular, propio del comercio de la cosa escrita, hace que el escritor no se ocupe de la difusión de sus obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus palabras jamás llegan a todos, y los que las escuchan no quieren entenderlo todo.

Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las suficientes. Transformar la «acción de escribir a alguien» en «acto de escribir» es algo que me parece grave y nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los escritores y los lectores descubren la verdad juntos.

Para ser revelado, el bien sólo necesita ser bien escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores, es importante saber a quién la decimos y quién nos la dice; a los que viven en condiciones intolerables debemos decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas. Los campesinos de Baviera, que se oponían a todo cambio de régimen, se hicieron permeables a las ideas revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.

La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo. Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: «yo soy incapaz de hacer daño a una mosca». Esto tiene la virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No trataremos como enemigos a quienes emplean este tono, pero no podrán ser nuestros compañeros de lucha. La verdad es de naturaleza guerrera, y no sólo es enemiga de la mentira, sino de los embusteros.

V. Proceder con astucia para difundir la verdad

Orgullosos de su valor para escribir la verdad, contentos de haberla descubierto, cansados sin duda de los esfuerzos que supone el hacerla operante, algunos esperan impacientes que sus lectores la disciernan. De ahí que les parezca vano proceder con astucia para difundir la verdad.

Confucio alteró el texto de un viejo almanaque popular cambiando algunas palabras: en lugar de escribir «el maestro Kun hizo matar al filósofo Wan», escribió: «el maestro Kun hizo asesinar al filósofo Wan». En el pasaje donde se hablaba de la muerte del tirano Sundso, «muerto en un atentado», reemplazó la palabra «muerto» por «ejecutado», abriendo la vía a una nueva concepción de la historia.

El que en la actualidad reemplaza «pueblo» por «población», y «tierra» por «propiedad rural», se niega ya a acreditar algunas mentiras, privando a algunas palabras de su magia. La palabra «pueblo» implica una unidad fundada en intereses comunes; sólo habría que emplearla en plural, puesto que únicamente existen «intereses comunes» entre varios pueblos. La «población» de una misma región tiene intereses diversos e incluso antagónicos. Esta verdad no debe ser olvidada. Del mismo modo, el que dice «la tierra», personificando sus encantos, extasiándose ante su perfume y su colorido, favorece las mentiras de la clase dominante. Al fin y al cabo, ¡qué importa la fecundidad de la tierra, el amor del hombre por ella y su infatigable ardor al trabajarla!: lo que importa es el precio del trigo y el precio del trabajo. El que saca provecho de la tierra no es nunca el que recoge el trigo, y «el gesto augusto del sembrador» no se cotiza en Bolsa. El término justo es «propiedad rural».

Cuando reina la opresión, no hablemos de «disciplina», sino de «sumisión» pues la disciplina excluye la existencia de una clase dominante. Del mismo modo, el vocablo «dignidad» vale más que la palabra «honor», pues tiene más en cuenta al hombre. Todos sabemos qué clase de gente se precipita para tener la ventaja de defender el «honor» de un pueblo, y con qué liberalidad los ricos distribuyen el «honor» a los que trabajan para enriquecerlos.

La astucia de Confucio es utilizable también en nuestros días. También la de Tomás Moro. Este último describió un país utópico idéntico a la Inglaterra de aquella época, pero en el que las injusticias se presentaban como costumbres admitidas por todo el mundo.

Cuando Lenin, perseguido por la policía del Zar, quiso dar una idea de la explotación de Sajalín por la burguesía rusa, sustituyó Rusia por el Japón y Sajalín por Corea. La identidad de las dos burguesías era evidente, pero como Rusia estaba en guerra con el Japón la censura dejó pasar el trabajo de Lenin.

Hay una infinidad de astucias posibles para engañar a un Estado receloso. Voltaire luchó contra las supersticiones religiosas de su tiempo escribiendo la historia galante de «La Doncella de Orleans»: describiendo en un bello estilo aventuras galantes sacadas de la vida de los grandes. Voltaire llevó a éstos a abandonar la religión (que hasta entonces tenían por caución de su vida disoluta). De repente se hicieron los propagadores celosos de las obras de Voltaire y ridiculizaron a la policía que defendía sus privilegios. La actitud de los grandes permitió la difusión ilícita de las ideas del escritor entre el público burgués, hacia el que precisamente apuntaba Voltaire.

Decía Lucrecio que contaba con la belleza de sus versos para la propagación de su ateísmo epicúreo. Las virtudes literarias de una obra pueden favorecer su difusión clandestina. Pero hay que reconocer que a veces suscitan múltiples sospechas. De ahí la necesidad de descuidarlas deliberadamente en ciertas ocasiones. Tal sería el caso, por ejemplo, si se introdujera en una novela policíaca -género literario desacreditado- la descripción de condiciones sociales intolerables. A mi modo de ver, esto justificaría completamente la novela policíaca.

En la obra de Shakespeare se puede encontrar un modelo de verdad propagada por la astucia: el discurso de Antonio ante el cadáver de César. Afirmando constantemente la respetabilidad de Bruto, cuenta su crimen, y la pintura que hace de él es mucho más aleccionadora que la del criminal. Dejándose dominar por los hechos, Antonio saca de ellos su fuerza de convicción mucho más que de su propio juicio.

Jonathan Swift propuso en un panfleto que los niños de los pobres fueran puestos a la venta en las carnicerías para que reinara la abundancia en el país. Después de efectuar cálculos minuciosos, el célebre escritor probó que se podrían realizar economías importantes llevando la lógica hasta el fin. Swift jugaba al monstruo. Defendía con pasión absolutista algo que odiaba. Era una manera de denunciar la ignominia. Cualquiera podía encontrar una solución más sensata que la suya, o al menos más humana; sobre todo, aquellos que no habían comprendido a dónde conducía este tipo de razonamiento.

Militar a favor del pensamiento, sea cual fuere la forma que éste adopte, sirve la causa de los oprimidos. En efecto, los gobernantes al servicio de los explotadores consideran el pensamiento como algo despreciable. Para ellos lo que es útil para los pobres es pobre. La obsesión que estos últimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se goza de este favor inestimable: batirse por un país cuando se muere de hambre. Es bajo dudar de un jefe que os conduce a la desgracia. El horror al trabajo que no alimenta al que lo efectúa es asimismo una cosa baja, y baja también la protesta contra la locura que se impone y la indiferencia por una familia que no aporta nada. Se suele tratar a los hambrientos como gentes voraces y sin ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de vagos a los que pretenden ser pagados por trabajar, etc. Bajo semejante régimen, pensar es una actividad sospechosa y desacreditada. ¿Dónde ir para aprender a pensar? A todos los lugares donde impera la represión.

Sin embargo, el pensamiento triunfa todavía en ciertos dominios en que resulta indispensable para la dictadura. En el arte de la guerra, por ejemplo, y en la utilización de las técnicas. Resulta indispensable pensar para remediar, mediante la invención de tejidos «ersatz», la penuria de lana. Para explicar la mala calidad de los productos alimenticios o la militarización de la juventud no es posible renunciar al pensamiento. Pero recurriendo a la astucia se puede evitar el elogio de la guerra, al que nos incitan los nuevos maestros del pensamiento. Así, la cuestión ¿cómo orientar la guerra? lleva a la pregunta: ¿vale la pena hacer la guerra? Lo que equivale a preguntar: ¿cómo evitar la guerra inútil? Evidentemente, no es fácil plantear esta cuestión en público hoy. Pero ¿quiere decir esto que haya que renunciar a dar eficacia a la verdad? Evidentemente no.

Si en nuestra época es posible que un sistema de opresión permita a una minoría explotar a la mayoría, la razón reside en una cierta complicidad de la población, complicidad que se extiende a todos los dominios. Una complicidad análoga, pero orientada en sentido contrario, puede arruinar el sistema. Por ejemplo, los descubrimientos biológicos de Darwin eran susceptibles de poner en peligro todo el sistema, pero solamente la Iglesia se inquietó. La policía no veía en ello nada nocivo. Los últimos descubrimientos físicos implican consecuencias de orden filosófico que podrían poner en tela de juicio los dogmas irracionales que utiliza la opresión. Las investigaciones de Hegel en el dominio de la lógica facilitaron a los clásicos de la revolución proletaria, Marx y Lenin, métodos de un valor inestimable. Las ciencias son solidarias entre sí, pero su desarrollo es desigual según los dominios; el Estado es incapaz de controlarlos todos. Así, los pioneros de la verdad pueden encontrar terrenos de investigación relativamente poco vigilados. Lo importante es enseñar el buen método, que exige que se interrogue a toda cosa a propósito de sus caracteres transitorios y variables. Los dirigentes odian las transformaciones: desearían que todo permaneciese inmóvil, a ser posible durante un milenio: que la Luna se detuviese y el Sol interrumpiese su carrera. Entonces nadie tendría hambre ni reclamaría alimentos. Nadie respondería cuando ellos abriesen fuego; su salva sería necesariamente la última.

Subrayar el carácter transitorio de las cosas equivale a ayudar a los oprimidos. No olvidemos jamás recordar al vencedor que toda situación contiene una contradicción susceptible de tomar vastas proporciones. Semejante método -la dialéctica, ciencia del movimiento de las cosas- puede ser aplicado al examen de materias como la biología y la química, que escapan al control de los poderosos, pero nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se corre el riesgo de suscitar la atención. Cada cosa depende de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta verdad es peligrosa para las dictaduras.

Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas narices de la policía. Los gobernantes que conducen a los hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en la miseria, se piense en el Gobierno. De ahí que hablen de destino. Es al destino, y no al Gobierno, al que atribuyen la responsabilidad de las deficiencias del régimen. Y si alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias, se le detiene antes de que llegue al Gobierno.

Pero en general es posible reclinar los lugares comunes sobre el destino y demostrar que el hombre se forja su propio destino. Ahí tenéis el ejemplo de esa granja islandesa sobre la que pesaba una maldición. La mujer se había arrojado al agua, el hombre se había ahorcado. Un día, el hijo se casó con una joven que aportaba como dote algunas hectáreas de tierra. De golpe, se acabó la maldición. En la aldea se interpretó el acontecimiento de diversos modos. Unos lo atribuyeron al natural alegre de la joven; otros a la dote, que permitía, al fin, a los propietarios de la granja comenzar sobre nuevas bases. Incluso un poeta que describe un paisaje puede servir a la causa de los oprimidos si incluye en la descripción algún detalle relacionado con el trabajo de los hombres. En resumen: importa emplear la astucia para difundir la verdad.

Conclusión

La gran verdad de nuestra época -conocerla no es todo, pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de cualquier otra verdad importante- es ésta: nuestro continente se hunde en la barbarie porque la propiedad privada de los medios de producción se mantiene por la violencia. ¿De qué sirve escribir valientemente que nos hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qué? Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad privada de los medios de producción.

Ciertamente, esta afirmación nos hará perder muchos amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que no es indispensable para el mantenimiento de las formas actuales de propiedad.

Digamos la verdad sobre las condiciones bárbaras que reinan en nuestro país; así será posible suprimirlas, es decir, cambiar las actuales relaciones de producción. Digámoslo a los que sufren del statu quo y que, por consiguiente, tienen más interés en que se modifique: a los trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los que colaboran en este estado de cosas sin poseer los medios de producción.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Bertolt Brecht (Alemania, 1898-1956)


Poeta, director teatral y dramaturgo alemán, cuyo tratamiento original y distanciado de los temas sociales y de los experimentos revolucionarios ha influido enormemente en la creación y en la producción teatrales modernas. Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo (Baviera), y se formó en las universidades de Munich y Berlín. En 1924, aparece como autor teatral en el Berlín Deutsches Theater, bajo la dirección de Max Reinhardt. Sus primeras obras muestran la influencia del expresionismo, el principal movimiento dramático de la época. En 1928, escribió un drama musical, La ópera de los dos centavos (conocida en algunos países como tres peniques o tres centavos), con el compositor alemán Kurt Weill. Este musical, basado en The Beggar's Opera (1728) del dramaturgo inglés John Gay, era una cáustica sátira del capitalismo y se convirtió en el éxito teatral más importante de Brecht. Se estrenó en 1928 en Berlín. En 1924, había empezado Brecht a estudiar el marxismo, y, desde 1928 hasta la llegada de Hitler al poder, escribió y estrenó varios dramas didácticos musicales. La ópera Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny (1927-1929), también con música de Weill, volvía a criticar severamente el capitalismo. La preocupación por la justicia fue un tema fundamental en su obra. Durante este periodo inicial de su carrera, Brecht dirigía a los actores y empezó a desarrollar una teoría de técnica dramática conocida como teatro épico. Rechazando los métodos del teatro realista tradicional, prefería una forma narrativa más libre en la que usaba mecanismos de distanciamiento tales como los apartes y las máscaras para evitar que el espectador se identificara con los personajes de la escena. Brecht consideraba esta técnica de alienación, la -distanciación-, como esencial para el proceso de aprendizaje del público, dado que eso reducía su respuesta emocional y, por el contrario, le obligaba a pensar. Ejemplos, que incluía las obras La toma de medidas, La excepción y la regla, El que dice sí y el que dice no, es la expresión más radical del propósito socialista de Brecht.

A causa de su oposición al gobierno de Hitler, Brecht se vio forzado a huir de Alemania en 1933, viviendo primero en Escandinavia y estableciéndose finalmente en California en 1941. Fue durante esos años de exilio cuando produjo algunas de sus mejores obras, como La vida de Galileo Galilei (1938-1939), Madre Coraje y sus hijos (1941), que consolidaron su reputación como importante dramaturgo, y El círculo de tiza caucasiano (1944-1945). Brecht se consideraba a sí mismo un hombre de teatro que se había liberado de las tendencias del teatro expresionista para experimentar con nuevas formas. Quería mostrar que ese cambio no sólo era posible sino que era necesario. Su versátil empleo de la lengua y de las formas poéticas -lenguaje clásico mezclado con el habla del hombre de la calle, versos libres e irregulares- lo dirigió a sacudir la conciencia del público y a llevarlo de una pasividad acrítica a la reflexión y, esperanzadamente, a la acción. En 1948, Brecht volvió a Alemania, se estableció en Berlín Este y fundó su propia compañía teatral, el Berliner Ensemble. Fue una figura controvertida en la Europa del Este, ya que su pesimismo moral chocaba con el ideal soviético del socialismo realista. A lo largo de su vida escribió también varias colecciones de poemas, que, con sus obras de teatro, lo sitúan entre los más grandes autores alemanes. Murió el 14 de agosto de 1956 en Berlín.

domingo, 27 de mayo de 2007

Press Release of the United Nations on March 30, 2007

Este documento ha sido tal cual copiado de los archivos de la organización de las Naciones Unidas:

UNITED NATIONS

Press Release


HUMAN RIGHTS COUNCIL CONCLUDES
FOURTH SESSION

Human Rights Council
ROUND-UP
30 March 2007

Adopts Ten Resolutions and Four Decisions, Including on Follow-up to Missions to Darfur and Occupied Palestinian Territory

The Human Rights Council this afternoon concluded its fourth regular session, having considered a large number of reports from its Special Procedures, on the high-level missions mandated during earlier special sessions, and on a wide range of issues, including racism and racial discrimination, freedom of religion or belief, indigenous peoples, violence against women, human rights defenders, and follow-up to earlier resolutions on Darfur and the Occupied Palestinian Territory. It also adopted its report to the General Assembly.

In his closing statement to the Council, Luis Alfonso de Alba, President of the Council, said the Council should feel satisfaction at the high level of participation and interaction at the highest levels at the work being performed. The level of participation and commitment shown was very encouraging. It showed the priority that should be attached to the institution building process, convergence and follow-up, seeking consensus, the need to clearly identify outstanding issues and focus on these issues. The time had clearly come to begin negotiating, to reduce the distance between positions and take account of different concerns.

During the three-week session, the Council heard the Special Procedures of the Council present their reports on the situation of human rights in Burundi, Liberia, the Democratic Republic of the Congo, Myanmar, the Democratic People's Republic of Korea, and the Occupied Palestinian Territories.

Reports were also presented on minority issues, effects of economic reform policies and foreign debt on human rights, racism and racial discrimination, extrajudicial, summary or arbitrary executions, freedom of religion or belief, human rights of migrants, protection of human rights while countering terrorism, freedom of opinion and expression, physical and mental health, education, sale of children and child prostitution, indigenous people, torture, violence against women, human rights and transnational corporations, human rights defenders, internally displaced persons, people of African descent, arbitrary detention, and enforced or involuntary disappearances.

The Council's high-level missions to Darfur and the Occupied Palestinian Territory also presented their reports.

In the resolution adopted on Darfur, the Council took note with regret that the high-level mission could not visit Darfur. It expressed deep concern regarding the seriousness of the ongoing violations of human rights and international humanitarian law in Darfur and decided to convene a group to be presided over by the Special Rapporteur on Sudan to work with the Government of Sudan and the appropriate human rights mechanisms of the African Union to ensure the effective follow-up of the implementation of resolutions and recommendations on Darfur and to contribute to monitoring the human rights situation on the ground.


In the resolution adopted on the Occupied Palestinian Territory, the Council noted with regret that Israel, the occupying power, had not implemented resolutions S-1/1 and S-3/1 and had hindered the dispatching of the urgent fact-finding missions. It called for the implementation of its resolutions and the dispatch of the two missions to the territory.

Two special events were also held during the session, on violence against children, and on the Convention on the Rights of Persons with Disabilities.

The Council continued the review work of its mechanisms and heard progress reports from its two intergovernmental working groups on the Universal Periodic Review, and on the Review of Mandates, which included segments on the Complaints Procedure, the Expert Advice Body and the Special Procedures.

Meetings of the 1503 procedure, during which the Council considers the situation of human rights violations in certain countries behind closed doors, were also held. The Council decided to discontinue consideration of the human rights situation in Iran and Uzbekistan.

At the opening session, in a video statement, Ban Ki-moon, Secretary-General of the United Nations, said that the world was watching to see if the Council would live up to its promise. He hoped that the Council's members would work together to promote an objective and universal approach to human rights. In the weeks and months ahead, this would be put to the test time and again, and acute crises and long-simmering human rights issues would demand scrutiny and remedy. It was crucial that the Council had the components in place to pass this test. By the first anniversary of the Council in June, the wheels of the Council should be in full motion, including the Universal Periodic Review.

High Commissioner Louise Arbour, in her opening statement, said poverty and discrimination were both the causes and the consequences of the most egregious violations of human rights and attacks on human dignity. Armed conflict, whether internal or international, inevitably increased the threats to life and the vulnerability of civilians. Yet, poverty and war were often perceived as akin to natural disasters, unfortunate and deplorable things that happened, but that were essentially unavoidable and for which no one could really be held responsible.

The Secretariat of the Council announced at the last meeting that an inquiry would be held, at the request of China, into how an unauthorized person had obtained a badge and had addressed the Council on behalf of a non-governmental organization which he did not represent.

The fifth regular session of the Council will be held from 11 to 18 June.

Resolutions and Decisions Adopted by the Council

In a resolution on transitional justice, the Council commended the Office of the High Commissioner for Human Rights (OHCHR) for its efforts in developing the issue of transitional justice and human rights, and encouraged OHCHR to continue and strengthen its important analytical and practical work regarding this complex issue.

In a resolution on the question of the realization in all countries of economic, social and cultural rights, the Council called upon all States to consider signing and ratifying, and the States parties to implement, the International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights, and also called upon all States to guarantee that economic, social and cultural rights should be exercised without discrimination of any kind.

In a resolution on the follow-up to the Human Rights Council resolutions S-1/1 and S-3/1, the Council called for the implementation of those resolutions, including the dispatching of the urgent fact-finding missions, and for the President of the Council and the High Commissioner for Human Rights to report to the Council at its fifth session on their efforts for the implementation of the resolutions and on the compliance of Israel.

In a resolution on the Intergovernmental Working Group on the Review of Mandates, the Council requested the Coordinating Committee of the Special Procedures to extend the deadline for the submission of comments on and inputs to the draft manual of Special Procedures, and to present to the fifth session of the Human Rights Council the outcome of its deliberations on the code of conduct regulating the work of the Special Procedures.

In a decision on human rights and unilateral coercive measures, the Council decided to request the Secretary-General to bring the present decision to the attention of all States and to seek their views and information on the implications and negative effects of unilateral coercive measures on their populations.
In a resolution on the right to development, the Council decided to act to ensure that its agenda promotes and advances sustainable development and the achievements of the Millennium Development Goals and to agree on a programme of work that would lead to raising the right to development to the same level and on a par with all other human rights and fundamental freedoms enshrined in the core human rights instruments.

In a decision on enhancement of international cooperation in the field of human rights, the Council requested the United Nations High Commissioner for Human Rights to consult States, intergovernmental and non-governmental organizations on ways and means to enhance the international cooperation and dialogue in the United Nations human rights machinery, including the Human Rights Council.

In a resolution on globalization and its impact on the full enjoyment of all human rights, the Council emphasized that development should be at the centre of the international economic agenda and that coherence between national development strategies and international obligations and commitments would contribute to the creation of an enabling environment for development, which was conducive to the full realization of all human rights for all.

In a resolution on strengthening the Office of the High Commissioner for Human Rights, the Council reaffirms that the tasks of the High Commissioner include promoting and protecting the realization of the right to development, and requests the High Commissioner to enhance international cooperation for the promotion and protection of all human rights.

In a resolution on rectification of the legal status of the Committee on Economic, Social and Cultural Rights, the Council decided to initiate a process to rectify the legal status of the Committee on Economic, Social and Cultural Rights, with the aim of placing the Committee on a par with all other treaty monitoring bodies.

In a resolution on follow-up to the decision of 13 December 2006 adopted by the Human Rights Council at its fourth special session entitled "Situation of human rights in Darfur", the Council calls upon all parties to the conflict in Darfur to put an end to all acts of violence against civilians, and decides to convene a group to ensure the effective follow-up and to foster the implementation of resolutions and recommendations on Darfur.

In a resolution on combating defamation of religions, the Council urged States to take resolute action to prohibit the dissemination of racist and xenophobic ideas and material aimed at any religion or its followers that constitute incitement to racial and religious hatred, hostility or violence, and also urged States to provide adequate protection against acts of hatred, discrimination, intimidation and coercion resulting from defamation of religions.

In a resolution on elimination of all forms of intolerance and of discrimination based on religion or belief, the Council decided to continue substantive consideration of this matter at its sixth session; and requested the Special Rapporteur on freedom of religion or belief to report on this issue to the Human Rights Council at its sixth session.

The Council also adopted a decision according to which it decided, without a vote, to take note of the deferral of draft proposals on: the use of mercenaries as a means of violating human rights and impeding the exercise of the right of peoples to self-determination; incitement to racial and religious hatred and the promotion of tolerance; World Programme for Human Rights Education; Israeli violations of religious and cultural rights in Occupied East Jerusalem; and human rights situation in the Occupied Palestinian Territory. It also decided to defer to coming sessions of the Council texts on the rights of the child; Sri Lanka; and the rights of indigenous peoples. Deferred until further notice were texts on impunity and on freedom of opinion and expression
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For use of information media; not an official record

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